Las Condiciones de Divina

-Divina, no te enteras de nada... ¿es que no lo ves?

Graciosa y Espejo, una vez más, como si pudieran verme aprisionada en el bosque, perdida, desde su colina amplia, con visión de campo.

-Entran y salen personas por tu vida, -me dijo Graciosa- ¿te has dado cuenta de la evidencia?

Puedes observar un mecanismo que sucede en ti, con cada una de ellas, o puedes seguir sosteniendo las condiciones que les pones, y buscando nuevas versiones físicas que se acomoden a tus condiciones...
-Pones demasiadas condiciones a la gente, -dijo Espejo,- por eso dices que “te defraudan”, que no alcanzan tus niveles de integridad para con ellos. Quizás deberías desprenderte de esa integridad tan rígida que no te permite desintegrarte.

Y después se fueron... como siempre hacen... aparecen, jodiendo mis principios, impidiendo que busque contarle a alguien lo que me hicieron y que me laman las heridas, bloqueando el adictivo instante en el que buscar a alguien que me de la razón y me diga “sí, tienes razón”. Ellas no permiten que pierda el tiempo con eso, y me dan el pie del giro a tiempo. Ellas aparecen y desaparecen, cuando estoy dispuesta a dejarme destruir mis condiciones. Con ellas soy capaz de quitarle toda la importancia a mis principios, para aprender a RECONOCERNOS a cada instante, desde lugares nuevos.

Ellas me dan la confianza, el espacio y la firmeza para dejarme desintegrar en sus brazos.

Her manas... espacio donde mana el Her, el Ella que soy en esencia... 

Divina Buenaventura Estupefacta

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