La obsolescencia programada de la inmadurez


 "Células", obra de María Reé.


-Es fácil y cómodo.- dije
-¿El qué, Divina?, - preguntó como sin esperarse que yo hablara.- te escucho.
En algún punto, es fácil y cómodo justificarse en la propia inmadurez. ¿Te has fijado? Justificar los propios argumentos, para mantener bien fornidos los muros... Aquello que activas un día, porque te pareció que sí, que estaba bien comprar el mecanismo de defensa que estaba en venta en las grandes superficies... aunque sabías que contigo no encajaba, y que estabas comprando un perfume que no empapa en tu piel, que no deja el aroma de los perfumes que compras porque te atrajo la exquisitez del olor al pasar por la perfumería. Lo compras, porque consideraste, tú, y nadie más que tú, que eso era lo adecuado. Y cuando no te encaja el comportamiento que compraste, irás a quien consideras que te lo vendió, a pedirle y a reclamarle: ¿no se dio cuenta de que este comportamiento no me encajaba? ¿No vio lo que me ha hecho en la piel?

-Pues no, disculpe, señora... la verdad que yo, no lo vi. Yo lo uso y me sienta maravillosamente bien. Con mi piel sí que encaja.

El mecanismo adiquirió velocidad, se convierte en cotidiano, natural... y se pierde...y , algún día ve cómo nace tímidamente otra cosa, y quiere reprimirla nuevamente.... aunque se siente muy incómodo consigo mismo... y duda... mira como de reojo a la esencia, al perfume que se adapta con la piel, porque una y otra vez se transforma, y tiene en cuenta si hace frío, o calor, es sensitivo y está atento, y detecta, y huele distinto según el contexto y la situación, es sensible a los otros aromas y observa los nuevos que resultan de su combinación..., y tiene una atención constante, porque le gusta observarlo todo... es sereno y firme...

...el otro perfume, que siempre tiene el mismo olor y no encaja, se cree más duro y capaz en un mundo que necesita, según él, que seas así... así que mira al otro con desdén... con sospecha... aunque siente un inexplicable interés por ver cómo responde... “ tú eres blando” “tú no vas a resistir en el mundo si no te espabilas”... “es muy lindo lo que dices, pero eso no va en este mundo”, “no, no me convences”, “es teórico”, “sigo al mando”...

Pero... la esencia... ya escuchó eso muchas veces... y se lo creyó muchas veces, y compró muchas veces, y dio crédito muchas veces... así que, aquellas palabras le llegan ahora mientras descubre cómo es que hizo para comprar algo que no le encajaba... y sonríe. “No gracias”. Y ve que es cierto, era teórico... tenía razón... había una esencia también presente en aquellas palabras... en aquella dureza... en la que ve surgir una firmeza y una potencia que desconocía, dentro de sí, al poder incluir aquello desde un lugar completamente diferente, y lo vio cuando que se hizo carne en el mismo instante que desactivó el crédito automático.

Va madurando, poco a poco... primero era un brote tímido que se auto-reprimía en cuanto salía la mayor coherencia del otro. Va madurando... y va encontrando,- no sé cómo, pero lo hace,- la forma de expandirse en la realidad, y de que ambos extraigan del otro lo que es verdadero y auténtico... en un baile entre el caos y la coordinación. Y se va combinando con aquella esencia que procede de esa otra fuerza y firmeza que había leído violentamente por su propia inmadurez. Va madurando... y va tomando terreno, mientras su coherencia, hecha existencia, observa la apoptósis de las células del programa sustituto, del perfume fijo de la gran superficie, la apoptosis de su propia inmadurez y su temerosa presencia en la existencia.

Aprendió que aquella coherencia que era una intuición, se quedaba corta en la existencia si solo era un bonito pensamiento, y que se precisa de su implicancia en carne y no carne, para construir en forma real lo nuevo que porta, se precisa de la firmeza que combina con la sensibilidad. Y utiliza en su maduración las funciones del perfume antiguo, que ahora muere... y comprende por qué compró.
Naturalizamos la estupidez, y la inmadurez propias, porque asumirlas verdaderamente nos hace atravesar un túnel de la más profunda vergüenza. Y a toda velocidad, hay que tapar el túnel, que desborda... hasta que uno no puede engañarse más... y observa cómo el propio programa sustituto rinde sus armas ante la presencia de una mayor coherencia que la suya... Es la obsolescencia programada de los productos que compraste en la gran superficie, para olvidarte de tus propias responsabilidades con las propias cargas... Tarde o temprano caduca el hecho de que no te responsabilices de lo que sientes.

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