Yo creía...
Yo creía... Yo creía que amaba a la vida, hasta que ésta dejó de darme mis caprichos. Me extrajo de un lugar cómodo y agradable, con pequeños o grandes inconvenientes, con alegrías y tristezas, pero al fin y al cabo, un lugar conocido. Yo creía que amaba a la vida, hasta que ésta me llevó a lo desconocido. Cuando me invitó, yo dije sí, por supuesto, me apasiona el descubrimiento. Pero yo creía... que era otra cosa la que me esperaba. Yo creía que amaba a la vida, hasta que ésta me llevó al borde de la locura. Y ahí la odié, la odié hasta que parecieron salirse las entrañas por la desesperación. Yo creía que la vida no me amaba cuando me llevó a aquellos lugares. Yo creía, tan ignorante, tan ingenua y caprichosa, tan inmadura y pedante, que la vida, si de veras me quería, me pondría en un trono de diamantes. Yo creía y creo muchas tonterías, pero una idea que se diluye al salir de la comodidad de lo conocido, es la de que la vida no me inclu