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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Clase de espeleología con Emilio Castelar "LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS: MANUSCRITOS DEL MAR REVUELTO"

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Coracha parecía cumplir con todos los requisitos que le había pedido a lo que debía ser un hombre: era crístico, nirvánico, rimbaudiano, drogadicto y profundamente triste. Encajaba conmigo como un buen tinte de pelo, o las gafas adecuadas. Curiosamente, me ignoró hasta que empecé a dejar de fingir. Dejé de hacerme la femenina, dejé de querer pasar por ingenua, dejé de hacerme la simpática y dejé de sonreír a todo aquel que me pasaba por delante. Él, sin saberlo, me lo había enseñado. Empecé, sencillamente, a observar las actitudes naturales que nacían al relacionarme con los demás, y a permitirme ser y mostrar la espontaneidad de lo que llevaba conmigo. Aquel hecho me produjo un descanso fuera de lo común; no dejé de sentirme triste, ni vacía, ni distinta, ni rara, ni inferior a los demás, pero por primera vez no tenía que ponerme una máscara para parecer otra cosa. Sencillamente, el juez que detestaba a aquel personaje, se había ido, y ahora éramos el personaje y yo, como en un due

Coracha

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Algunas mujeres dicen que se pintan para sí mismas, para verse más guapas; yo las creo, pero nunca fue mi caso. Yo me pintaba para él, para Coracha, para que me mirase, aunque fuera de reojo, cuando me sentaba cerca de él en clase Historia, o cuando salíamos a fumar al descansillo. Me perfumaba y me vestía para él, me ponía a dieta por él, y tenía también falta de sueño y de mejores calificaciones por él. Le obs ervaba tomar el cigarrillo entre sus manos, y fruncir el ceño para encenderlo. Amaba apasionadamente el humo que salía de aquellos labios, y la mirada aterradora con la que se deshacía de las bromas estúpidas de sus amigos. Amaba cada detalle de aquella piel exenta de poros, de madurez. Era un Peter Pan oscuro y triste, nunca sonreía, siempre vestía de negro: era la expresión más sutil de mis deseos ocultos.  Un día coincidimos al mismo tiempo bajo las jambas de la puerta de entrada a clase. Extendió su brazo para incitarme a pasar. No tenía pinta ser

Masturbación espiritual

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Él me dijo: - “ Por un instante siente que todo el tiempo está ahora, el pasado que pasó, este momento también, y el futuro que vendrá y a la vez ya fue. Por un instante despréndete de todo lo que leíste, todo lo que escuchaste, todas las “verdades” que te suenan muy profundo porque te llegaron al corazón. Despréndete de todo y de todos. Abandona toda conclusión, todo el tener o no tener razón, toda teoría, toda práctic a, toda alegría y todo enojo. Desecha estas palabras a medida que las escuchas. Ya no están. Por un instante, descubre que, simplemente, no sabes absolutamente nada, y en esa pasmosa y vertiginosa presencia del no saber, camina hacia el abismo. ¡Has llegado a tantas conclusiones espirituales...! Es el momento de soltarlas. Has creído que vivías, pero solo pensabas que vivías, te masturbaste filosóficamente llegando a entendimientos con conceptos elevados. Creíste sentir, a través de esas conclusiones, lo que es vivir; pero hasta que no aband